Como principio, me acuerdo de un tiempo cuando el volumen de los sonidos y la duración de los silencios significaban más que las palabras. Después pasé un par de décadas estudiando la relación entre los ritmos de las plantas, sus propiedades medicinales y los tiempos del cielo y la tierra.

Este camino me llevó a varios climas y trabajé en intentar desanudar y retejer la diversidad de relaciones de distintos grupos humanos con distintos territorios. En los últimos años me ando dedicando a un territorio donde se cruzan los sistemas prealfabéticos de memoria y la libertad de movimiento de la biodiversidad en la esfera de procesos colectivos de aprendizaje.

 
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Silvia Reyes Salazar

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Marta Hernández Santaolalla